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En entornos globales volátiles y complejos, la aplicación de tecnologías de la Industria 4.0 es una cuestión estratégica para lograr una mayor adaptabilidad en las organizaciones. 

Si bien la discusión sobre la volatilidad no es nueva, los acontecimientos desarrollados a partir de la pandemia de COVID-19 no hicieron más que acrecentar la preocupación de los líderes por organizaciones capaces de adaptarse rápido a las maleables condiciones del mercado. 

Los efectos de esta singular situación global todavía se sienten al momento de la redacción de esta nota y no fueron iguales para todos. Algunas compañías debieron resignarse a cerrar prácticamente sus operaciones y no tener ingresos durante varios meses. El ejemplo más evidente es el de las líneas aéreas, pero no es el único. Muchas empresas de manufactura también tuvieron que cerrar sus plantas o reducir su nivel de producción al mínimo.

Otras, por el contrario, gozaron de un súbito aumento de sus ventas y se enfrentaron al reto de estar a la altura de las necesidades de su creciente base de clientes, como las empresas de logística y comercio electrónico.   

El volátil entorno actual

El panorama aparece más despejado para 2022. Aunque en muchos países siguen luchando con la pandemia, aquellos que lograron vacunar a la mayoría de la población ya apuntan a una vuelta a cierta normalidad. 

De todos modos, los especialistas señalan que las repercusiones de la pandemia se seguirán sintiendo por varios años. ¿Cómo pueden hacer las empresas automotrices, por ejemplo, para sobreponerse a la falta de microchips? ¿O cómo resolver los cuellos de botella en la cadena de suministro que provocaron la faltante de containers a nivel mundial? 

Estos ejemplos demuestran algunas razones por las cuales toda organización debe tomar a la resiliencia operacional como una cuestión estratégica y entender cuál es el valor de la tecnología para controlar costos, asegurar el desempeño de las tareas y el cumplimiento con las expectativas de los clientes. Con los recursos tecnológicos adecuados es posible lograr operaciones robustas y flexibles a la vez, un requisito indispensable para resolver la volatilidad del entorno.

Invertir en tecnología para construir resiliencia

El Informe de Resiliencia 2021 de Deloitte demuestra los logros conseguidos por las organizaciones que realizaron rápidas inversiones en capacidades y tecnologías que mejoren la resiliencia durante la crisis del COVID-19 (o que, mejor aún, las habían hecho previamente). 

Los resultados dejan en claro cómo superaron ampliamente a sus competidores. La inversión en procesos y tecnología les permitió, entre otras ventajas, facilitar la transición de un trabajo presencial a uno remoto para sus colaboradores, afectando lo menos posible a las operaciones.

El 76 por ciento de los gerentes encuestados que afirmaron que sus organizaciones lograron incorporar tecnologías de avanzada en sus estrategias de core business para ser más ágiles también comentaron que capearon la crisis mejor que sus pares.

El valor de la tecnología de la Industria 4.0

Las tecnologías avanzadas son un recurso vital para lograr una mayor adaptabilidad y resiliencia. Algunas de las más populares que ya están siendo implementadas por empresas de diversos sectores son: 

  • Cloud Computing
  • Inteligencia Artificial (IA)
  • Robótica
  • Nanotecnología
  • Sensores
  • Internet de las Cosas (IoT)
  • Big Data
  • Realidad Aumentada

El reporte de Deloitte mencionado anteriormente indica que se espera que al menos el 32 por ciento de los trabajadores realicen sus tareas en forma remota una vez finalizada la pandemia, un significativo crecimiento comparado con el 18 por ciento que lo hacía previo a esta crisis mundial. 

Con las tecnologías apropiadas, las compañías pueden asegurar la continuidad de las operaciones. Los empleados pueden seguir trabajando en forma normal, no importa dónde estén físicamente. Asimismo, se eliminan silos internos y se promueve la colaboración. Por eso, invertir en su incorporación proporciona ventajas en contextos complejos.

Por ejemplo, el uso de sensores y de IoT permite conectar a productos previamente desconectados. Esto, a su vez, produce cambios en la cadena de suministro, en la gestión de activos, el monitoreo y en otros procesos de diferentes sectores.

¿Por dónde empezar a agregar tecnología para ser más resiliente? 

Cada organización debe evaluar y decidir en qué tecnologías invertir y cómo hacerlo, identificando cuáles son las más necesarias para sus procesos productivos. 

Otro reporte de Deloitte propone un enfoque de tres etapas en loop, un proceso continuo, de estructura circular, donde cada parte termina donde comienza la otra y viceversa: 

  1. físico a digital: captar información del mundo físico y crear un registro digital de los datos.
  2. digital a digital: compartir información y descubrir insights gracias a IA y analytics.
  3. digital a físico: aplicar algoritmos para traducir decisiones del mundo digital a datos efectivos para impulsar acciones y cambios en el mundo físico.

La tecnología también puede servir para aumentar la transparencia y la seguridad de la cadena de valor, predecir con mayor precisión la necesidad de suministros y mejorar el seguimiento de las variables clave de desempeño. Al mismo tiempo, es recomendable considerar quiénes pueden ser los socios o proveedores externos más adecuados para reducir la probabilidad y el impacto de escenarios complejos y riesgosos. 

En resumen, un escenario complejo e impredecible requiere mejorar la adaptabilidad y la resiliencia organizacional. Para lograrlo, es necesario contar con los recursos y la tecnología adecuada para conseguir una verdadera transformación del modelo operativo de la organización.

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