Si bien es cierto que la agroindustria ha evolucionado en forma continua y consistente en las últimas décadas, todavía tiene un largo camino por delante. De la mano de la tecnología, el potencial de crecimiento del sector es muy prometedor
Con una población mundial estimada en 9700 millones en 2050, la demanda de alimentos seguirá creciendo en forma sostenida. Se trata de un desafío complejo para nuestro planeta, ya que todavía existen muchas limitaciones para el agro.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), la cuarta parte de la tierra cultivable del planeta no está en condiciones de ser trabajada a menos que antes se la ponga nuevamente en condiciones. A esto debemos sumar el impacto del cambio climático y la creciente presión social por prácticas agrícolas sustentables.
Así como los avances en semillas, riego, fertilizantes y maquinaria han incrementado la producción, la aplicación de inteligencia artificial (IA), el análisis de datos y los sensores, entre otras innovaciones, todavía no han desplegado todos sus beneficios.
Se trata de tecnologías que pueden mejorar la toma de decisiones y reducir riesgos, al mismo tiempo que permitirían cumplir con los desafíos planteados en el párrafo anterior, aumentar aún más los rendimientos y alinearse con los objetivos de desarrollo sostenible fijados por las Naciones Unidas.
La importancia de mejorar la conectividad
A pesar de eso, para poder avanzar plenamente con la transformación digital de la agroindustria, es necesario mejorar la conectividad. Según un reporte de McKinsey, se trata de un factor clave que podría generar que el sector agregue 500 mil millones de dólares al PBI en 2030. El mismo informe señala que América Latina es la región con el mayor valor potencial de producción en porcentaje.
Estas herramientas tecnológicas han comenzado a aplicarse en algunos países, que ya ven los beneficios de su uso para gestionar variables clave en la producción, como el suelo, el tipo de cultivo y el clima. Sin embargo, la falta de conectividad obliga al sector a seguir dependiendo del trabajo manual.
En América Latina, solo el cuatro por ciento de la población vive en áreas sin cobertura de una red de banda ancha móvil, pero se trata justamente de quienes se encuentran en zonas rurales, donde la agricultura es la principal industria. Por eso, es descripto como uno de los principales obstáculos para el desarrollo del sector en un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Esta problemática es especialmente grave en países menos desarrollados, pero afecta incluso a países como los Estados Unidos. A pesar de ser uno de los principales productos agrícolas, apenas la cuarta parte de sus campos utilizan dispositivos conectados para acceder a los datos. Asimismo, dependen de 2G o 3G, redes que carecen de las ventajas de las más avanzadas que ya están disponibles y permiten la transferencia de datos en tiempo real, una ventaja clave para el monitoreo avanzado de cultivos, entre otras actividades.
Dos desafíos para la industria
El estado actual de la industria, entonces, enfrenta la industria dos grandes desafíos:
- mejorar la conectividad
- impulsar la adopción de más y mejores herramientas digitales
Somos optimistas para resolver el primero, ya que se espera que exista algún tipo de conectividad en el 80 por ciento de las zonas rurales de casi todo el mundo. En cuanto al segundo, la tecnología para promover la transformación digital ya está entre nosotros.
La misión de los gobiernos, las instituciones y las empresas es ayudar a que lleguen lo más rápido posible a los campos. Podemos sumar un tercer desafío para el ecosistema agrotecnológico latinoamericano: la inversión.
Afortunadamente, según el BID, el volumen de dinero creció en los últimos años y se decuplicó de 2012 a 2018. Argentina y Brasil, donde está radicado el 75 por ciento de las empresas agrotecnológicas de la región, fueron los países más beneficiados, pero Colombia, Perú y mercados de América Central comenzaron a generar el interés de los inversores en los últimos años.
La tecnología impulsa a la agroindustria
Más conectividad y herramientas digitales darán como resultado grandes mejoras en la actividad agroindustrial. Veamos tres ejemplos.
- Monitoreo inteligente de cultivos
El análisis de datos de los cultivos, el clima y el agua, entre otros factores, puede aumentar los rendimientos al identificar y predecir los defectos o problemas con mayor precisión.
Por ejemplo, sensores aplicados para monitorear las condiciones del suelo podrían brindar información para la cantidad de agua que los cultivos precisan. También podrían servir para acceder a imágenes de áreas remotas o de difícil acceso y facilitar su seguimiento.
- Silos automatizados
La utilización de chips y sensores para monitorear las condiciones en las que son almacenados los granos en silos y otros lugares de acopio de granos permite alcanzar varios beneficios:
- reducir costos de inventario
- mejorar la vida útil de los insumos
- reducir las pérdidas posteriores a la cosecha
- optimizar automáticamente las condiciones de almacenamiento
Según el citado reporte de McKinsey, con la aplicación masiva de esta tecnología se podría lograr un ahorro de entre 40 y 60 mil millones de dólares en 2030.
- Drones para agricultura
Si bien los drones son utilizados por la industria desde hace unos 20 años, el desarrollo de la nueva generación de estos dispositivos presenta prestaciones aumentadas. Mejorará y agilizará la capacidad de monitorear cultivos en amplias áreas y el acceso y la transmisión de datos en tiempo real e incluso puede usarse para plantar semillas en áreas de difícil acceso.
Además, la visión por computadora de los drones sirve para analizar con mayor precisión las condiciones de un campo y mejorar la toma de decisiones sobre la siembra o la aplicación de fertilizantes o pesticidas en los cultivos más los necesitan.
McKinsey estima que la implementación de estos drones podría generar un aumento del negocio de entre 85 y 115 mil millones de dólares, gracias a que permiten reducir los costos y mejorar los rendimientos.
Estos son apenas tres ejemplos, a los cuales podríamos sumar la maquinaria agrícola autónoma o el monitoreo de ganado con chips y sensores.
En cualquier caso, como señala un artículo publicado por BCG, la revolución digital de la agricultura es un trayecto que algunos transitan más rápido y otros más lento. Diferentes países o regiones han alcanzado diversos niveles de madurez de agricultura digital y enfrentan obstáculos diferentes según su nivel. Sin una comprensión clara de esto y una guía para resolver los principales problemas, se lograrán escasos progresos.
El éxito de la industria depende de llevar adelante esta transformación digital. Sin dudas, los primeros en abrazarla serán los que estén mejor posicionados para mejorar la productividad y desarrollar una actividad más sustentable.